“Hay que ser muy valiente para vivir con miedo.
Contra lo que se cree comúnmente,
no es siempre el miedo asunto de cobardes.
Para vivir muerto de miedo,
hace falta, en efecto, muchísimo valor”.
Ángel González
Oh
Santísima e Inmaculada Virgen,
belleza del
Monte Carmelo, tú que contemplas con tu agradecimiento
especial a
todos aquellos que llevan tu bendito Escapulario,
mírame con
tu dulce amor,
y cúbreme
con el manto de tu protección maternal.
Fortifica
mi debilidad con tu poder,
ilumina las
tinieblas de mi entendimiento con tu sabiduría,
aumenta la
Fe, la Esperanza y la Caridad en mí.
Adorna el
alma con las gracias y virtudes
que me
hacen agradable a ti y a tu divino Hijo.
Atiéndeme
durante mi vida,
consuélame
en la hora de mi muerte
y
preséntame a la Santísima Trinidad
como tu
servidor dedicado,
para
alabarte y bendecirte en el cielo
para siempre.
Amén.